Avanza el tiempo tan lento que pareciera no existir. Se pueden ver las manecillas del reloj, retroceder; dan pasos gigantescos y parecen querer decirme algo. Quizá revelarme en detalle lo hermosa que eres, cómo la noche te cobija y, de manera graciosa, dibuja tu silueta en una sombra plateada, como la piel de la luna.
Cómo una insignificante palabra puede sonar tan celestial en tu boca, cómo en tus ojos el mundo se refleja diferente, vaciando su belleza en tus pupilas y, al mirarme, me contagias de tal forma que el universo parece otro.
— Pedro Espinosa Esparza